El imperio romano es una etapa en la antigüedad clásica caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al Mar Mediterráneo Caledonia al norte.
Las características principales es que el arte que contiene es heredado, los romanos tomaron de Grecia las principales características de su arquitectura, pintura y escultura; el arte tenía una utilidad como particularidad del arte romano, por ello destaca en su historia el desarrollo de la ingeniería; además el arte de propaganda, puesto que fue usado por las esferas más altas de la cultura romana para reafirmar su poder.
Ahora no se busca al hombre como parte del cosmos sino como un individuo concreto. El individualismo romano lo observamos en el artista, cuya personalidad se ve en la obra y en la temática: los relieves narrativos son de hechos concretos, los retratos son de personas con nombres y apellidos, muchas veces vivas.
En arquitectura los romanos ganan en dinamismo. Del estatismo de la adintelada griega pasan al movimiento del arco, la bóveda y la cúpula. Ellos son, además, los primeros que combinan en una sola fachada los dos sistemas creando el sistema mixto. También es una arquitectura más funcional. Se acabaron los caprichos artísticos. Ahora deben ser bellos paro ante todo deben servir al Estado. Ellos innovan muchísimo, crean el eje de simetría horizontal en el edificio (por partes o bandas), crean la planta basilical, el ábside que prolonga la nave central.
En escultura conviven influencias helenísticas y etruscas a partes iguales. De influencia helenística son las numerosas esculturas de tema mitológico de los siglo II y I a.C. cuando fue conquistada Grecia. Las innumerables Venus, Dianas, Júpiter, Marte, etc, que no son sino copias que los romanos hacían en serie sobre las originales griegas de época clásica y helenística. Muchos de estos originales se perdieron y hoy conocemos la escultura griega clásica a través de las copias romanas.
Gracias al enterramiento de Pompeya tenemos toda la pintura clasificada desde el siglo II hasta el año 79 a.C. y así podemos distinguir cuatro estilos:
Estilo de incrustación: paneles coloreados en amarillo y rojo que imitan la policromía del mármol.
Estilo arquitectónico: donde aparecen pintadas arquitecturas imaginarias que dejan ver por sus huecos paisajes en perspectiva.
Estilo ornamental: con decorados arquitectónicos de influencia egipcia. No son construcciones sino decorados arquitectónicos, columnas, ventanas, figuras humanas y paisaje.
Estilo ilusionista: mezcla del arquitectónico y el ornamental con gran fantasía de formas y colores.
Comentario
Existe hoy en día una polémica historiográfica entre los que opinan que el arte romano es una imitación del griego y que no aporta nada nuevo, y los que opinan que sí existen diferencias. Éstos últimos aducen que en arquitectura las técnicas, los materiales, la finalidad y la concepción son nuevas. Que en escultura y pintura existe un arte oficial al servicio del Estado y que está dominado por patrones griegos pero que existe una corriente popular, otra línea artística para las clases medias. El arte romano es un producto de la sociedad que lo creó, condicionado por una estructura socio-económica diferente a la griega y por otras necesidades que debía satisfacer.
Frente a una arquitectura abrumadoramente religiosa como era la griega, la romana es mucho más civil y militar. Si los griegos son urbanistas más que arquitectos, los romanos más que arquitectos son ingenieros.